Carta a Cristina de Lorena

Galileo Galilei (1564 – 1642)

Editorial: Altaya – Biblioteca Grandes Obras del Pensamiento
Título en esta colección: Carta a Cristina de Lorena y otros textos sobre ciencia y religión
Edición: 1998
Traducción, introducción y notas: Moisés González
ISBN: 84-487-0119-4 (obra completa) – 84-487-0177-1
Tamaño: 12.5 cm x 20 cm
Tapa: blanda
Páginas: 136
Resumen:
En los tiempos de Galileo Galilei se acostumbraba a utilizar las cartas como medio de difusión de opiniones y puntos de vista donde el remitente tenía la expresa intención de que su escrito trascendiera y se propagara en ámbitos académicos y cortesanos llegando así a científicos, filósofos, teólogos y mandatarios de todos los rangos. Esta edición contiene cuatro cartas escritas por Galileo Galilei que tuvieron como intención separar el sentido metafórico de las Sagradas Escrituras de los conceptos científicos:

– Carta a Benedetto Castelli del 21 de diciembre de 1613.

– Cartas a Monseñor Piero Dini del 16 de febrero de 1615 y del 25 de marzo de 1615.

– Carta a Cristina de Lorena, Gran Duquesa de Toscana.

El padre Castelli (1578 – 1643), además de profesor de matemática en la Universidad de Pisa, fue discípulo y colaborador de Galileo mientras que Piero Dini fue amigo suyo. Cristina de Lorena se casó en 1589 con el Gran Duque de Toscana Ferndinando I y fue ella quien convocó a Galileo para que instruyese a su hijo Cosme, príncipe heredero que se convertiría en Cosme II.

El tema central de todas las cartas es el conflicto que existía en aquellos tiempos para conciliar las Sagradas Escrituras con las teorías que sostenían el movimiento de la Tierra. En el caso particular de la carta a Cristina de Lorena, su origen se debe a la respuesta que Galileo quiso enviar luego de una discusión que tuvo lugar en la corte toscana del Gran Duque cuando Cristina interrogó sobre el movimiento terrestre al padre Benedetto Castelli. Todos los argumentos de Galileo tienen como eje el hecho de que la Biblia está destinada a atender las cuestiones espirituales o del alma y no las científicas. Todas aquellas referencias a cualquier fenómeno natural, sostiene Galileo, están escritas en un lenguaje acorde al público al que iba dirigido el mensaje de forma tal que lo pudieran entender. Esto que parece tan comprensible hoy en día no lo era tanto en el siglo XVII. Galileo también afirma que esta forma de transmitir las cosas no solo afecta a los fenómenos astronómicos sino que también se puede aplicar al mismo Dios como cuando en algún pasaje se menciona que Dios habla, observa o se enoja como si fuera un ser humano siendo que este tipo de adjetivaciones no se pueden tomar en forma literal, de la misma manera que aquellos pasajes referidos a los movimientos del Sol (como cuando Josué ordenó al Sol detenerse).

La traducción de este libro se hizo a partir de Opere de Antonio Favaro, Edizione Nazionale de 1968, la misma incluye una introducción del mismo traductor que explica muy bien el contexto en el que Galileo escribió las cartas así como sus objetivos, intenciones y su conflicto con la Iglesia. Esta introducción tiene seis partes: 1) Galileo, un pensador innovador, 2) El enfado de los filósofos y teólogos escolásticos. Defensa de la autonomía de la ciencia, 3) Las relaciones ciencia-fe: Galileo filósofo a pesar suyo, 4) La respuesta de la Iglesia: el edicto de 1616, 5) Importancia y origen de los escritos aquí presentados, 6) Notas sobre la traducción.

El libro también incluye una sección sobre apuntes previos al proceso de 1616 sobre escritos que Galileo tenía pensado difundir en ámbitos eclesiásticos que tratan sobre el carácter real y no hipotético del modelo copernicano y sobre la falacia del conflicto entre la ciencia y las Sagradas Escrituras. Por último está el decreto del 5 de marzo de 1616 y una carta del Cardenal Roberto Bellarmino a Foscarini sobre el tratamiento de las hipótesis del movimiento terrestre.

Autor:
Nacido en Pisa el 15-12-1564 en el seno de una familia noble, cursa estudios de medicina en la misma ciudad en 1581 y de matemáticas en Florencia, siendo catedrático en Padua entre 1592 y 1610. Construyó un telescopio de 30 aumentos con el que pudo observar los movimientos celestes, descritos en su obra «El mensajero celeste». Seguidor del pensamiento de Copérnico, sostiene la teoría heliocéntrica, según la cual los astros no giran alrededor de la Tierra sino que ésta y otros planetas circulan cíclicamente en torno al Sol. La Iglesia emprende un proceso contra Galileo al considerar sus afirmaciones contrarias a la Biblia, lo que le llevará a comparecer ante la Inquisición en 1633 al no retractarse de sus afirmaciones. La condena posterior le confina en Arcetri, a pesar de mostrarse arrepentido, donde seguirá estudiando hasta su fallecimiento. Galileo preconiza la ciencia moderna, al establecer la observación y la experiencia como herramientas básicas del conocimiento y la formulación matemática como método explicativo de la naturaleza. Sus trabajos astronómicos, de suma importancia, describen la Luna y muchos de sus rasgos, detallan la existencia de miles de estrellas y formulan un modelo explicativo de la Vía Láctea. En el terreno de la física, formula una teoría sobre la gravitación, elabora leyes sobre la relatividad del movimiento y describe la uniformidad del movimiento pendular independientemente de la amplitud del mismo. Muere en Arcetri el 08-01-1642.

 
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